martes, 24 de julio de 2007

Mirko Saric




¿El principio del fin?.¿El fin del principio?. No sé, pero se me tornó completamente ineludible comenzar el posteo de otra forma, es decir, voy a dar inicio al posteo por el fin, valga la paradoja, de este inolvidable personaje.




"Mirko Saric se suicidó en su casa del Bajo Flores. Se ahorcó colgando una sábana de una barra de gimnasia. Se reponía de una grave lesión. Sufría depresión y estaba asistido psicológicamente".
Bajada extraída del Diario Página/12. Abril del 2000.






A saber:


El caso tiene elementos que lo sitúan en el campo deportológico y otros que lo ubican en el campo psicopatológico. Mirko era un adolescente que vivía con su familia de origen: el suicidio es la segunda causa de muerte en adolescentes, luego de los accidentes de tránsito (él había tenido uno pocos días antes) y es más común en varones. Mirko estaba lesionado gravemente: había sido operado en enero y tenía la lesión más grave e incierta que puede tener un futbolista, la misma que Martín Palermo: ligamentos cruzados de la rodilla; ocho o nueve meses, con suerte. El lesionado se siente excluido y puede caer en una severa depresión: "Pensé que tenía que largar todo", había confesado Mirko luego de la lesión.La personalidad de Mirko se presenta como débil, frágil, sensible, con muchos altibajos en su ánimo: lejos de la fortaleza psíquica necesaria para sobrevivir en este deporte, y con un cuadro aparente de conflictiva familiar. Luego de su muerte, su hermana se quejó públicamente de que el club no se había ocupado de los aspectos psicológicos de su hermano, quien había empezado hacía una semana tratamiento con una psicóloga que le buscó y le pagó su familia (luego de haber dejado el tratamiento psiquiátrico por miedo a que los medicamentos fuesen leídos como doping). Todo el que no juega –suplente, expulsado, lesionado– se siente excluido, pero el lesionado vive además con la incertidumbre de su futuro. Eso era terrible para un chico que ya había jugado 52 partidos en Primera y que había sido "bajado" a tercera, luego de haber llegado a valer 10 millones de dólares.


29 años son lo que hubiese cumplido el 6 de junio pasado Mirko Saric, pero no pasó. Una familia entera ya no festeja hace siete años la fecha de su cumpleaños, a una familia entera le duele ver cualquier partido de fútbol, una familia destrozada ni siquiera grita goles, y menos de San Lorenzo, porque él, que era quien habitualmente asistía a los goleadores, ya no está mas.
Desde muy pequeño, Mirko mostró sus cualidades y fanatismo por el fútbol, por lo que sus padres Ante e Ivana, ambos de origen croata, lo llevaron a jugar a las infantiles de San Lorenzo de Almagro, y luego de realizar, con muchísimo sacrificio, todas las divisiones inferiores y de destacarse en la reserva del club debutó, el 19 de febrero de 1998, en la primera.

En 1999 y a partir de la llegada de Oscar Ruggeri al mando del "Ciclón" surgió como uno de las promesas mas importantes del equipo, tanto es así que su pase fue llegado a tasar en 10 millones de dólares y era uno de los preferidos de José Nestor Pekerman en el seleccionado juvenil argentino Sub-20. Sin embargo algunos actos de indisciplina y su inexperiencia, por el poco rodaje en la máxima categoría, le restaron chances y a mitad de temporada no sólo perdió la titularidad en los cuervos, fue relegado al banco de suplentes, y no fue citado a los juveniles, sino que además tiempo después fue bajado a la tercera división. Demasiado para un chico de 20 años.
Buscó, luchó, peleó, alcanzó su nivel y regresó a la primera división, pero iba a ser por un corto lapso, puesto que unos meses después, en un partido ante River Plate, sufrió la rotura de los ligamentos de su rodilla que lo iba a dejar inactivo por mas de 9 meses. Nadie imaginó que aquel encuentro iba a ser el último que jugaría, pero lamentablemente así lo fue. Nunca más pisó una cancha para un partido profesional.
"Alto, flaco, fachero, tranquilo y muy pacífico", así lo definieron la mayoría de sus amigos. Un tipo humilde, de esos que en las peleas intentan mediar y separar, de esos sensibles que no tienen verguenza de emocionarse con alguna película o de decirle a sus seres queridos cuanto los amaba, un pibe realmente bárbaro y principalmente un jugadorazo, que pese a su altura, desplegaba, en base a su notoria clase y su extrema calidad, un gran fútbol.
El acelere que produce la vida diaria impide, a veces, escuchar a aquellos que realmente lo necesitan, ya que si bien Mirko era muy introvertido e incapaz de molestar a alguno de sus compañeros con sus problemas, tal vez con un gesto, una seña o una mirada de dolor pidió ayuda y dio una señal, un alerta, un llamado de atención, del que nadie se percató.
De total conocimiento es el desenlace de Saric. No dejó ningun sobre con ningun papel, con ninguna carta, solo se fue. Lo que si dejó es una lágrima por cada pase, un sollozo por cada gambeta, un lamento eterno por cada gol e infinidad de preguntas alrededor de aquella decisión de abandonar todo, de partir. Tus padres, hermanos y amigos aún te sueñan, la pelota aún te llora, San lorenzo aún te extraña, el fútbol te añora y el carril izquierdo, tu carril, ese que recorriste una y mil veces, ese que te dio todo y que conocías de memoria te recordará por siempre.
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