jueves, 2 de octubre de 2008

Curiosidades



El partenón y las de manteca

El gordo deglutía la octava de manteca en busca de una proeza y un desdichado sometido abrió su irritado ojo tras el utópico sueño de la hamaca paraguaya en el partenón para darse cuenta que no estaba siendo un "champion" más que en ese rington de Queen que le señalaban las seis de la mañana y el campanazo inicial de la pelea más difícil: la diaria.





Esa ventisca matutina que penetró la antigua frazada búlgara fue la primera falla técnica que le dio lugar a un ñoqui en los párpados de Jotacé. Esos "quince minutos más" que se hacen hora y media sorprendieron al ningún espectador de lujo que reservó la butaca en el inexistente escenario de esas cuatro esquinas.





El placentero silencio lo ponía aún más nervioso y le daba una clara ventaja a su rival. Cumpliendo el sueño del visitante en este acolchonado ringside del luna park vacío, el oponente había salido claramente victorioso en las tarjetas de la primera vuelta y el duelo parecía ya tener un apesadumbrado y desganado ganador. Un ventajero de aquellos, un malo conocido.








En el rincón rojo de sus propias palabras, el tocado por la varita trágica padecía el azotamiento del "me afeito mañana" que lo estaba dejando completamente regalado y groggy ante la atenta mirada de Ali que pedía Boma yé. Combinaciones de golpes somníferos besaban su oreja y Sugar Ray le decía que se quede, que descanse.

Ni por la mano de piedra de Durán pudo soportar ese
trompazo de satisfacción que le causó el espionaje de su pierna izquierda por sobre la abusada búlgara que a esa altura ya jugaba de toalla ante la inminencia del frito-nocaut que no tardó en llegar.







Nocaut por cansancio. Nocaut merecido. Tarde y descuento...descuento de sueldo, del día. Y así mientras el sueño se fue con la capucha de la victoria, el café del gordo lloraba migas de esas dos docenas miti manteca- miti grasa que supo domesticar con total lealtad a la gula su portentosa barriga.


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