sábado, 9 de agosto de 2008

Bellos años



De duendes y figuritas




Rincón me agarró sensible, sin carnet de periodista y evocando goles yuyeros. Ese mini botín soltó la redonda a la izquierda en la esquina y se clavó en el cemento provocando ruido: fútbol.



Allí en esa humilde canchita de la esperanza, el día del amigo se había transformado en final de una tal liga o copa fefi de la categoría 2000. Endiablados contra Rincón fútbol.




Diez duendes de metegol con las medias altas y las mejillas rosadas correteaban detras de una pelota que me clavó la mirada y me atrapó en su juego.




El silbato barrial se hizo bombo de un papá fuera de sí, aplauso de consuelo y vuelta olímpica. A un gorrión iracundo se le derretía el número tres de su espalda en lágrimas mientras se escondía de esa única realidad, de ese 0-1 que seguiría siendo discutido hasta seis o siete chocolatadas después. Su llanto era tan real que me vi reflejado en su caprichoso malestar y parado detras de una reja de recuerdos hacía varios minutos.




Del shock me sacaron el sorbo de pomelo, los gritos y el humo de un asado con más sangre que carne, pero supe entender que en aquellos pocos pero intensos minutos de ese paradójico 20 de julio le había contado un chiste a mi infancia y ese cuento de la buena pipa me había hecho amigar con mi niñez que a esa altura era una figu "nola".





Hoy que vale chumbar y cante pri que voy ulti al arco, ese quemarropa me jugó en contra y entendí que mi nostalgia le estaba haciendo puentechino al veinticinco de mi cabeza y a ese duendecito que entre aplausos distraídos supo patear pelotas de sueños contra el arco infinito de mi categoría 88.
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