domingo, 27 de abril de 2008

Bellos años



Tema del día: El fity



Intentando silbar alto salí ansioso del jardín, el beso con gusto a tabáco y a merienda de mamá me recibía una vez mas. Era ese el instante que esperaba siempre. Te ibamos a visitar.

Inseparable y comestible amigo de variado gusto, sabor y color. Distinto a todos te parabas inusualmente con tus dos pies sobre la góndola con total suficiencia sabiéndote predilécto.
Soñando fondo de dulce de leche, Frankestein me obligaba a cavar con la cuchara y recorrer su interior por completo.
Si esos tres ojos locos se metían en mi paladar y me hacían sentir vainilla-chocolate felíz o chocolate-vainilla triste.
Tan perfecto tu envase como tu nombre. Cortito y claro para que mis pocos abriles no pudiesen fallar tu pronunciación. -Quiero fity. Nada raro, algo preciso y simpático: fity.

Sabiendo silbar alto y bajo preferí no hacerlo y salí de la facultad, mamá me mandó un te quiero por texto, mi amigo encendió un cigarrillo y lo sentí otra vez. Ahí estaba. En ese mix americana- dulce de lecho que causaron el mimo al alma de mamá y el desagradable humo del adicto muchachón.
Mi mente te volvió a visitar sabiendo que sos un separable, ausente e incomestible amigo y cavó con la cuchara un pequeño surco en mi nostálgico corazón que se llenó de nuevo cuando mi mamá con un gesto que enternecería al mismísimo gargamel y sin saber lo que yo había pensado me dijo: - Te acordas del postrecito que tenía patitas, te encantaba.
En fin, el fity no fue para mí sólo una merienda sino la excusa entre mi mamá, su beso con o sin olor a cigarrillo y yo.

jueves, 3 de abril de 2008

No se olviden de...


...este no ídolo que hoy desfila por una pasarela de discos rígidos con memoria expansiva y se tropieza con su enmarañado dribbling eterno hasta la recapitulación.


Raúl Humberto "Pipi" Vattimos

Tocando bocina por la banda derecha y luciendo su traje de turno se hace presente este mozo de cordel, que llevó sin cuerda la carga de ser un futbolista que no se hacía presente en el marcador, que no solía pisar el área rival y que en silencio manejó el bastón del autocastigo a la hora de mostrarse contadas veces en la pantalla.

Federico Mouras causaba un virus masivo que conmocionaba a la argentina aquel bisiesto 1988 y Vattimos ya se había calzado la camiseta de Talleres de Córdoba. Muchos años a la par de un tránsito congestionado de veloces wings y pelotas silbadoras lo depositaron contra el cartel y fuera del fútbol allá por el 2000 cuando viajaba en un globo que salía de memoria a la orden de Cúper.

Hoy día ya no madruga recordando el sueño de ese carril ambidiestro y sólo se dedica a representar jugadores. Pidiendo permiso, tocando bocina.

Trayectoria: Talleres de Córdoba, Velez, Mandiyú de Corrientes, Platense, Lanús, Quilmes y Huracán.



¿Te acordás de Vattimos?

Si, me acuerdo.
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