lunes, 11 de junio de 2012

RAFA, EL ANDROIDE

Tantos méritos y tantos logros desbordan las palabras y aguardan para coronar con léxico al máximo ídolo de París y del mundo. Las palabras se acumulan y no se animan a salir, pero la denuncia es un hecho. Hay que desenmascarar a la maravilla de Manacor.
La emoción y los gestos son una pantalla. Que no logre embaucarlos ese agotado rostro que se ahoga entre abrazos y miradas cómplices en lo profundo del Phillipe Chatrier por séptima vez consecutiva. Rafael Nadal es un androide.

Si bien aún conserva algunos vestigios místicos de organismo vital e imperfecto, Rafa ya no se esfuerza por ocultar su procedencia ni su accionar animatrónico.
No resulta descabellado imaginar a un grupo de pulcros científicos del Instituto Coreano para la Industria Tecnológica interactuando con la prueba piloto de Rafa Nadal, un humanoide antropomorfo capaz de imitar la apariencia humana, algunos aspectos de su conducta de manera autónoma y programado exclusivamente para jugar al tenis.

Tampoco sería irracional la teoría occidental de esta criatura. La de Frankestein o el moderno Prometeo con el maquiavélico tío Toni como sabio creador, riéndose exageradamente y ultimando detalles en la costura del cerebro de Rafa, el monstruo que se rebela contra los paradigmas del tenis y destruye a todos sus rivales como castigo por su hubris. Aunque cierra más lo científico. Concuerda el concepto de organismo cibernético, de cuerpo mejorado tecnológicamente con partes artificiales, entre las que podría destacarse el Brazo Manipulador Universal Programable. Un brazo multiarticulado, polivalente e infalible, desarrollado para destronar, ridiculizar y llenar de ira al ser humano de turno: sea Felipe el hermoso o el mejor tenista de la historia.

Las abrumadoras estadísticas avalan ésta última teoría. Sólo una animación de videojuego puede replicar lo que hicieron Sampras en Wimbledon y Agassi conquistando el Golden Slam. Y la prueba más fehaciente de que es un robot está en que logró ambos hitos en tiempo récord.

Tal vez esa ínfima parte humanitaria sea el escudo de los escépticos. La colaboración en el video de Shakira y los sentimientos evidenciados durante las avasallantes victorias sobre su amigo Mónaco y su compatriota Ferrer ponen en jaque la acusación. Que toma fuerza con Rafa, el hombre (?) políticamente correcto. Más emparentado con un antiguo guerrero sacado de relatos míticos que con Robocop. Juzgándose a sí mismo, con la mente extendida, los sentidos del alma y su raqueta. Destrozando lindes geográficos, geodésicos y naturales. Conquistando territorios. Rompiendo filosofías moralinas, generando pasión y odio. Trayendo lo imposible y resolviendo lo inesperado, que son dos cosas certeramente opuestas y complicadas de unificar.

La era que actualmente vivimos está relacionada con el progreso digital y el ciberespacio como segunda forma de vida, donde los límites convencionales de lo natural y artificial se han borrado. De ahí que como lectores-receptores no se avergüencen de esta visión futurística y dejen florecer sus dudas. Permitanse estudiar ese cuerpo a disposición del arte y observar el instinto asesino de T-X en Terminator, la inteligencia artificial del David de Spielberg y el corazón bicentenario del Andrew Martin interpretado por Robin Williams. Todo y más reunido en Rafa Nadal, un híbrido misterioso y sofisticado. Un verdadero cliché de la Ciencia Ficción. 

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