lunes, 6 de julio de 2009

Bellos años



Los nombres por Roberto Fontanarrosa


Porque también la cosa está en los nombres, en cómo suenen, en las palabras, pero más, más en los nombres porque se puede estar transmitiendo agarrado al micrófono con las dos manos, casi pegado el fierro a la boca, y la camisa abierta, transpirada y abierta, los auriculares ciñendo las orejas y las sienes como un dolor de cabeza y ahí valen los nombres, tienen que venir de abajo, carraspeados, desde el fondo mismo del esternón, tienen que llegar como un jadeo, lastimarte, tienen que ser llenos, digamos macizos, nutridos, eso, nutridos.


Tienen que llenar la boca, atragantarla, que se los pueda masticar, escupir, como pueda ser digamos Marrapodi , viejo, Marrapodi, ¡ volóoo Marrapodi y echó al córner!, Marrapodi llena la garganta, sube, se puede arrastrar, no queda encía, muela, paladar sin Marrapodi, para deletrear casi con asco, con afonía. No. Marrapodi además volaba y se quedaba colgado en el aire con la pelota suya como un dirigible, remata, ¡vuela Marrapodi y atrapa! Roque Marrapodi, para colmo, nombre para reventarse las venas del cuello y que lloren los ojos por un solazo bárbaro de domingo a la tarde, lleno de gente porque entra Borello o quien sea y ¡tiraaa! y allá sale disparado Marra como un lanzazo, la boca abierta, más abierta, los ojos casi en blanco, el pelo exagerado en el aire, un pie aquí, el otro allá, un manchón verde, uno gris, ese golpe en la punta de los dedos como quien puede manotear un pájaro, una gaviota, caer hecho un manojo en el aire, los bigotes misturados de césped, el olor, relojear por bajo el brazo y la ingle dónde fue a parar esa bola y gritar sintiendo la garganta afiebrada de flema volóooo Marrapodi, medio arrastrando entre los dientes y la lengua la doble erre porque ya el flaco con el fulbo bajo el brazo va a buscar la gorra que quedó en el otro palo.





O quizás Carrizo, pero menos, no tiene tanta fuerza decir Carrizo, tal vez en la zeta está ese olor a naranja, a cigarrillo, pero por ejemplo Camaratta, otro, Camaratta, vamos viejo, Camaratta viene el centrooo... y son tenazas las manos de Camaratta, ¡dos garfios Camaratta!, cómo no va a tener tenazas Camaratta aunque no se debía tirar, a Camaratta le debían reventar pelotazos en el pecho desde medio metro y el ruido se debía escuchar hasta en la otra cuadra y viene el rebote, entró Pontoni, tiróoo, sacó Camaratta, de nuevo un balinazo en el tórax inmenso de Camaratta con el pelo mojado sobre la frente y una lluvia de sudor desprendida de su nariz y el sudor en los ojos, ¡cómo le debía picar! y se quedaría tirado tras el tercer rebote en el suelo como un cachalote con la media derecha caída , sangrante y terrosa la rodilla, porque Camaratta siempre debía jugar en cancha de Atlanta donde es pura tierra y cada entrevero era una polvareda tremenda, donde catorce hinchas se morían de calor y odio y miles pero miles de argentinos escuchaban succionados por la radio la voz porteña del balompié, pasión de multitudes, ¡Ca-ma-ra-tta!, salvó su arco de segura caída, Camaratta carajo, no Blazina por ejemplo porque Blazina es como decir felino o colina, algo plástico, estético, mirko volaba en treintaitrés revoluciones, ahora un brazo, después el otro, flexionar la rodilla, una gambeta blanca blanca pero todo en cámara lenta, muda, como un vacío que se hubiera chupado el rugido de la tribuna, sólo Blazina planeando, en blanco y negro para colmo, que eso no es para hinchas, es para artes visuales.





No, no se puede transmitir sin esos nombres, ojalá estuviera Marrapodi, o Camaratta , o Macarrata, o Camarrodi, Macarrata, ¡se tiiira Macarratta! ¡Voló!, el micrófono hecho un puñal, un puñetazo sudoroso, ¿cómo puede haber un arquero García por ejemplo, García, qué se va a decir?, volóoo garcía, si queda en la boca esa sensación desierta y adormecida de cuando uno come pastillas de menta, volóoo García, qué mierda va a volar ese boludo. Que se quede parado para eso.








Los nombres II por Matías Lebrante







Que no se mueva, que se quede estancado al piso. ¿ Qué sensación puede contagiar García? Ninguna. García no; y mejor no profundizar porque me duerme García. Me da modorra. García y otros más. Como esos de cotillón, esos que a priori te los venden, pero son engaña pichanga de patatúz. Porque los Lux o los Ayala nacieron para ser players con balón bajo pie, como Roberto o Javier, y no para agonizar embadurnados en lodo librando batallas en un área bajo los tres postes . Engancha De Blasis, lindo recorte del interior zurdo, que ve el hueco entre Ayala y el poste. Está para rematarrrrrr y Ayalaaaaaaa! ¿Ayala qué? Ayala seguro se lo morfa, es gol seguro. ¿O Lux? Hace la estatua Lux, no se tira. Lo aseguro: no se tira. Pero no entremos en esos porque se me cruzan los cables. No quiero ni pensarlo. Hablemos de los Bossio, porque hay sensaciones encontradas. Carlos "Chiquito" Bossio es una cosa, el apellido colabora, ese diminutivo asonante le imprime en verso un mesurado color de ocio, de astucia, de mito y está el otro Bossio, que le decían "maravilla elástica", se llamaba Ángel y además jugaba en Talleres de Remedios de Escalada, es otra cosa. Son palabras mayores: Ángel "maravilla elástica" Bossio sacando dos cabezazos desde el área chica. Un cabezazo que cabecean dos jugadores al mismo tiempo desde al área chica, ahí está mejor. Eso produce la fulgurante maravilla, brilla, se estira, se eleva, vuela y aletea porque además es Ángel. Es así, como Comizzo que además de Ángel tiene David, esa alma samaritana de jóven pastor que le ataja con una venda en los ojos un puntinazo al gigante y también lo mata. Lo mata por comizzo, por comisario, por cobrizo.



Los colombianos son marketineros. Son cabales, íntegros. Atestados. Tienen ese aroma a recuelo, a cafetucho, a Farid Camilo Mondragón Alí. Que tiene el truco en Alí, en lo breve. Diferente es Farid Camilo Mondragón sin Alí. No hay punch. No hay trompada de Mohamed. Aunque el Mondragón es mitológico, una mandragora, un dragón mundano hecho guasón. Un monstruo ilusorio, fantástico. Óscar Eduardo Córdoba Arce, un agente secreto de las redes, masticable y triturable aunque sin la tilde en Óscar queda vacía la olla, como De la Hoya o Navarro Montoya que es un "Mono" pronunciable, chistoso y de barro, de troya. Un fenómeno. Si, los colombianos gustan. Se disfrutan...Ahh y René Higuita, ese si. Una golosina de higo que mastica una rana y te anima el espectáculo. Prodigioso. Pero me quedo con esos nombres, nombrazos largos che, esos que son bien completitos, que te dejan repleto. Encima esos retienen, la atajan en un tiempo. No dan rebote. ¿Qué quieren que les diga? Para mí es así. Los que tienen estos nombres no dan rebote. ¿Germán Adrián Ramón Burgos en dos tiempos?. La muestra, la eleva con una mano José Luis Félix Chilavert para mostrarte que está mansita, segura. Porque pongo la firma donde sea, apuesto lo que sea, lo- que- sea eh... O acaso Sergio Bernabé "Superman" Vargas Buscaglia no ataja criptonitas desde el área chica. O no ceden ante la presencia del colosal Sebastián "Terremoto" Cejas, un verdadero fenómeno..meteorológico. Aunque está Puentedura que capaz por ser Leopoldo es bueno con las manos, pero es patadura, no te podes fiar. Y pensandolo bien...está Gullota, José Luís Martínez Gullota es contundente si, suculento pero tiene algo de bellota, de gula, de gol en contra.











Roberto López me enfurece. Roberto y López...ni siquiera le dicen "chupa", ni "piojo", ni "oruga", ni "abispón verde", ni "balcón", ni nada. No es nada, es López y ni siquiera Víctor o Eliseo o Isaac. López no corta centros. Y si corta uno, acordate: se le escapa. Disculpen exhabruptos pero me transformo con López, me irrita López y también Franco, brasilero como branco y manco, o Saja que se evapora, baja, decae y no ataja. Pero no entremos en esos porque hay uno...hay uno con el que no puedo. Me desanima. Me deprime y no quiero.







Está en eso viejo, en sentir el nombre. Porque está Noce. Enzo Leonardo Noce, que depende pura y exclusivamente de la pronunciación, porque Noce no sabe. Es goleada en contra, duda y miedo. Es un cagazo bárbaro; y Noche es oscuro, da miedo, a él le temen. Al que también le temen es a Rugilo y eso lo salva. Lo salva ser "El león de Wembley". Lo salva rugir y ser un buen pupilo.











Está en morder el apellido, en comerlo como a Poletti, Alberto Poletti es como un almuerzo con la "Chiqui" pero de polenta y fideos, él sale con los pies como Biasutto y Buticce. Juega para atras apretado en la salida el rústico Rodriguez y Poletti despeja fuerte y alto. !Que seguro está Poletti con los pies hoy, que dominio!. Pero hay otros que no. Son insulsos y no hay vuelta que darle. No como José "Vasco" Buruca Laforia. Que sabes que no tiene guantes, pero es vasco y atajó en Barracas. Buruca Laforia es relatado rápido, por los relatores viejos, de bigotes. No se prolongan sílabas. Buruca Laforia es goalkeeper como Botasso, cancerbero como Cozzi, Carnevali o Isola. Son goleros, no arqueros. Es un golpe corto, un pum, un Bacigalup. Eduardo Bacigalup, un gulp, técnico, recto y vuela tomando gaseosa. ¿El primer tiempo te dejó sin aliento? Bacigalup cola te refresca. Bacigalup cola, un glup de sabor.











Porque para prolongar están los Cristaaaaaaaaaaante, Brillante Cristanteeeeeeeeee! Donde debe estar. Siempre bien ubicado. Los silábicos son largos pero gomosos. Son chirlos como Yustrich, o lechuguinos como Cancelarich y Buljubasich.











Y es que la cosa está en los nombres, en como suenan, en el todo absoluto, pero mas en los nombres. Se va en velocidad Urrutia, no lo para nadie a Urrutia, el Flecha Urrutia queda mano a mano con el arquero, qué hará Urrutiaaaaaaa? Y...depende. Depende de quien es el guardián de turno, por qué si achica Julio Elías "El Gato" Musimessi, Urrutia la cuelga, le tiemblan las patas, se hace minúsculo. Visitante.







Después están los vip. Esos distintivos, ese toque de cogote, de recoleta, de alcurnia y de Laureano Tombolini o José Pablo Burtovoy. Son los menos, los Joaquín Irigoytía, son llamativos pero no de la gente. No son Scoponi. Scoponi es Copani y no canta, como Pogany. Lo escupís de lo lindo que sale. Norberto Hugo Scoponi. En parte es vomitivo, pero adictivo. Es un escocés sin pollera montado a un pony con jopo. No son Maltagliatti. Damián Alejandro Maltagliatti, un arquero cervecero, como Schulmeister, gatuno y malcriado...Que fuerza Maltagliatti, un remolino. Si fuera relator le diría remolino, no...torbellino. Tiro Libre crucial. Se para frente a la pelota Barrientos, última jugada. Maltagliatti espera agazapado. Agazapado? Maltagliatti? Por favor. Barrientooooooooos, Maltagliattiiii. Con lo justo alcanza a sacarla al córner. Fenomenal El "Torbellino" Damián Alejandro Maltagliatti. Que épocas las de Maltagliatti, que nostalgia...Por cosas como estas, por los nombres y la melancolía, es que termino diciendo cosas que no quiero, pero me salen solas. Boludeces, pero se terminan escapando, por cosas como estas afirmo que Pontiroli con todo su pantano y su chirola es mejor que Ustari, una uvita rica pero seca y que venga alguien a discutirmelo. Y dejemoslo acá, porque no quiero amargarme. ¿Para qué?. Es que no puedo conmigo, no puedo. Ya está... ¿Ignacio González? No quiero ser grosero, pero Ignacio González. Blanco, lábil...inodoro y todo su contenido: una mierda. Una verdadera cagada. Que ganas de pasarla mal, de pensar en negro, bah en marrón, en marrón caca, en marrón González, en marrón García, aunque siendo honesto González García suena noble, suena bien. Ma´ si, en marrón López.

1 comentario:

Pachi dijo...

Por eso me quedo con UBALDO MATILDO FILLOL.
Porque lo tiene todo. UBALDO nombre adusto, sobrio, ni tan trillado como un pablo ni tan raro como jonatan. Y bien criollo, no como un axel. Uno ve un UBALDO y ya se planta diferente, sabe que con ese no se jode.
Y tiene MATILDO: un nombre que te hace reir, te desconcentra, y es lo justo para el puesto. Viene un delantero se encuentra con UBALDO y sabe que es difícil, pero atrás está MATILDO y seguro que se deja estar, que cancherea...
Y aparece FILLOL. Apellido seco, corto, que equilibra los dos nombres y le da el toque de gracia. La sobriedad que redondea es FILLOL y cuando te quisiste dar cuenta, ya tiene la pelota en las manos y a los relatores les da la opción de la "O" alargada con FILLOOOOOOOLLL ó la repetición emocionante con FILLOLFILLOLFILLOLFILLOL.
Por eso fué el más grande. Porque en definitiva ninguno pudo vencerlo...si todos le decíamos FIYOL.

Powered By Blogger